Los niños en su temprana edad y en la inocencia natural que poseen, aun no conocen los vicios y pecados que los adultos ya albergan dentro de ellos, y Dios utiliza a los niños dotándolos de bendiciones y dones que los adultos, cegados por el mundo, ya olvidaron, una de estas bendiciones es la humildad.
Otro de las bendiciones o dones que Dios ha derramado sobre los niños, es que son dependientes casi en su totalidad de sus padres o tutores, los niños dependen de sus padres para que todas sus necesidades sean cubiertas, pero que un adulto dependa de alguien más, es casi absurdo, en una sociedad que nos dice que somos autosuficientes, independientes, capaces de todo, proactivos, que todo lo podemos, el decirle a un adulto que es dependiente ha llegado a ser casi un insulto.
Pero Dios quiere que sus hijos lo vean como un Padre y quiere que humillados, reconozcamos que necesitamos de Él, para que el cubra todas nuestras necesidades, tanto físicas como espirituales, debemos de estar, frente a Dios en una situación en la que reconocemos que sin Él no podemos hacer nada, que sin Él estamos perdidos.
Los niños son grandemente bendecidos con el don de perdonar, algo que comúnmente evade a los adultos. Otra bendición que Dios ha derramado sobre los niños es que los ha hecho fuertes en la fe, sabemos que la fe viene de Dios y es Él quien ha decido dotar a los niños de una “Fe que mueve montañas". Por último tenemos otro don que Dios ha derramado sobre los niños, este es el más poderoso de todos los dones, porque refleja plenamente el carácter de Cristo, este don es el amor. Dios nos quiere enseñar algo a través de los niños y en este caso quiere revelarnos el amor de Cristo.
Como conclusión, podemos ver en los niños el modelo ideal para el cristiano y como debemos de acercarnos al trono de la gracia, ante Dios, con un corazón humillado, necesitado de Dios, con un corazón limpio que ha perdonado todo, que tiene fe y que ama a Dios por sobre todas las cosas.
•.¸¸•´¯`•.¸¸.ஐ Patricia ஐ.¸¸•´¯`•.¸¸.•