Jeremías, profeta dotado de gran sensibilidad; tímido y emotivo.
Tenía la necesidad de estar buscando la paz y la ternura en las personas, con
la dureza del mensaje de Dios que tiene que anunciar, él vivió momentos
terribles por su pueblo como el período de la humillación y del exilio de su
tierra.
Jeremías
se resistía aduciendo como excusa que él era demasiado joven y débil para este
oficio tan importante y Dios le respondió "No digas que eres demasiado
joven o demasiado débil porque Yo iré contigo y te ayudaré. Los primeros 17
años profetizó solo por medio de la palabra hablada. Después empezó a dictar
sus profecías a su secretario Baruc, y lo que le dictó son los 52 capítulos del
Libro de Jeremías en la Biblia. Siguió profetizando durante los reinados de
Joacaz, Joaquin, Jeconias y Sedecias. Presenció la destrucción de Jerusalén y
su templo y se quedó en la ciudad destruida consolando y corrigiendo a los
israelitas que allí habían quedado.
Vino, pues, palabra de
Jehová a mí, diciendo: Antes que te formase en
el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a
las naciones. Y yo dije: ¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño. Y
me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y
dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo
estoy para librarte, dice Jehová. Y
extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y
me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he
puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y para
destruir, para arruinar y para derribar, para edificar y para plantar. La palabra de Jehová vino a mí,
diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de
almendro. Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque
yo apresuro mi palabra para ponerla por obra. Vino a mí la palabra de
Jehová por segunda vez, diciendo: ¿Qué ves tú? Y dije: Veo una olla que hierve; y su faz está hacia el norte. Me dijo Jehová: Del norte se soltará el mal sobre todos los moradores de esta tierra. Porque he aquí que yo convoco a todas las familias de los
reinos del norte, dice Jehová; y vendrán, y pondrá cada uno su campamento a la
entrada de las puertas de Jerusalén, y junto a todos sus muros en derredor, y
contra todas las ciudades de Judá. Y a
causa de toda su maldad, proferiré mis juicios contra los que me dejaron, e
incensaron a dioses extraños, y la obra de sus manos adoró. Tú, pues, ciñe
tus lomos, levántate, y háblales todo cuanto te mande; no temas delante de
ellos, para que no te haga yo quebrantar delante de ellos. Porque he aquí
que yo te he puesto en este día como ciudad fortificada, como columna de
hierro, y como muro de bronce contra toda esta tierra, contra los reyes de Judá,
sus príncipes, sus sacerdotes, y el pueblo de la tierra. Y pelearán contra
ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo, dice Jehová, para librarte. (Jeremias
1: 1- 19)
Dios llamó a Jeremías para ser profeta del
reino sur de Judá. Su ministerio abarcó sus últimos cuarenta años. Fue un
tiempo en que la nación se rebelaba contra Dios, en vez de buscar a Dios
para enfrentar a sus enemigos hacen alianzas políticas y Jeremías les sale
a su paso para advertirles que deben arrepentirse de sus pecados y
volverse a Dios y a su ley. Para hablar del llamamiento de Dios a alguien
a quien Dios quiera usar para su servicio, necesariamente debe hablarse de la
principal característica que distingue a un hijo de Dios y esa es la
humildad.
Vivir con Jeremías, es comprender a su
pueblo, su mensaje, y sus problemas. El tiene mucho que decir a su propia
generación conforme les advierte de la condenación que se cierne sobre ella.
Pero comparado con Isaías dedica relativamente poco espacio a las futuras
esperanzas de restauración. El juicio es inminente en este tiempo,
especialmente tras la muerte de Josías. Se concentra en los problemas
corrientes en un esfuerzo para hacer volver hacia Dios a su generación. Un
hombre con un vital mensaje durante los últimos cuarenta años de la existencia
nacional de Judá como reino, Jeremías relata más de sus experiencias
personales, que lo que hace cualquier otro profeta en tiempos del Antiguo
Testamento. Jeremías predicó antes y durante la caída de Jerusalén ante
Babilonia.
Todos hemos tenido ratos de timidez.
Aún los caracteres más firmes. Aún las personalidades más recias. Nadie se
escapa de tartamudear algunas veces en sus acontecimientos inesperados para el
cual va preparado.
Pero muchas veces
la timidez en nuestra vida provoca que perdamos algunas bendiciones que Dios
nos quiere dar, es por ello que en esta hora quería hablar de este “problema”
que muchos jóvenes y adultos tenemos.
Si tu eres una persona que crees que
eres tímida es hora que comiences a creer lo que Dios puede hacer en tu vida.
No dejes pasar las bendiciones de Dios por creer que no lo podrás lograr o por
algún complejo que el enemigo quiera poner en tu vida. Es hora de permitirle a
Dios que el haga lo que quiera con tu vida... ADELANTE
CON LA AYUDA DE DIOS ERES MAS QUE VENCEDOR!!!.
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