martes, 7 de julio de 2015

¡¡TENER FE!!

Proverbios 10:32 Los labios del justo dan a conocer lo agradable, Pero la boca de los impíos, lo perverso

La realidad en que vivimos corrompe a las personas. Cuando escuchas hablar a las personas en la calle, por lo general hablan con maldiciones, obedecen a una realidad.
El lenguaje es visto como un instrumento de la capacidad intelectual y afectiva de la persona, lo que indica que el conocimiento que el niño posee depende de su conocimiento del mundo.

El pre-lenguaje es un sistema de comunicación rudimentario que aparece en el lenguaje de los bebés percepción, motricidad, imitación y memoria.
El lenguaje es un sistema de comunicación que nos capacita para abstraer, conceptualizar y comunicar:

a) Lengua: llamada también idioma, "signos lingüísticos que sirve a los miembros de una comunidad de hablantes para comunicarse".
b) Habla: es un acto individual y voluntario en el que a través de actos de fonación y escritura, el hablante utiliza la lengua para comunicarse. Son las diversas manifestaciones de habla las que hacen evolucionar a la lengua.

Las Escrituras resaltan la importancia del lenguaje de la fe. Tal como hay un cierto sonido para la duda y el temor, también hay un sonido claro para la fe. ¡Los que creen se distinguen por cómo hablan! A menudo hablan con un lenguaje muy particular, el de la fe.

 NO CREA una realidad  falsa

A veces los que escuchan la palabra “FE” piensan que esta es una manera de negar la realidad que a todo mundo le consta, como si se tratara de un lenguaje de fantasía.
Por ejemplo, el lenguaje de la fe no niega la existencia de la enfermedad, no niega las carencias económicas, no niega los problemas o conflictos que se presentan; así como ni ninguna otra cosa como la bajeza humana o la maldición que ha caído sobre el hombre como consecuencia del primer pecado. Por otro lado, el lenguaje de la fe no es un lenguaje de “pretensiones”, como si sólo pronunciando ciertas palabras mágicas, pudiéramos salir de la pobreza, la enfermedad, el divorcio o cualquier otro problema que vemos o enfrentamos. Tú no puedes, y la fe verdadera no se trata de eso.
Pero hay una manera especial de responder en fe a la realidad. Cuando lo haces, ¡hablarás de cierta manera! Tu lenguaje empleará palabras de fe. En vez de rendirse a la realidad de la circunstancia, la fe hablará de la voluntad del Señor para ese momento. En vez de ahondar en los síntomas de la realidad, la fe meditará en las promesas de Dios. En vez de someterte a la derrota o al desánimo, la fe dará alabanza a Dios por su bondad.
Hablar en fe no es practicar el arte de hacer caso omiso a la realidad, sino expresar con confianza lo que Dios ha prometido hacer con nuestra realidad. En el lenguaje de la fe, hablarás de cosas positivas a partir de una realidad negativa, no disfraza las causas y consecuencias, le da un sentido nuevo, positivo, de bendición, porque encima de la realidad crítica, está el lenguaje de esperanza, de bendición, en medio de la maldición.

El lenguaje de la fe no es un lenguaje que bendice y nunca maldice, construye para la vida sobre la realidad de muerte; edifica sobre las ruinas de destrucción. La gente que maldice es porque su corazón atesora maldición, por eso su lenguaje responde a esa realidad maldecida. En lenguaje de la fe es positivo, es agradable, de buenas noticias en medio de sinsabores. En el lenguaje de la fe se manifiesta en el corazón regenerado, donde los labios del justo darán a conocer lo agradable, lo positivo, lo que trae bendición.

•.¸¸•´¯`•.¸¸. Patricia  .¸¸•´¯`•.¸¸.•


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