domingo, 8 de noviembre de 2015

"ARREPENTIMIENTO": EL CORAZÓN DE DAVID

Tenemos un enemigo muy astuto que quiere destruirnos y la Biblia lo denomina “el príncipe de este mundo”, sabemos que su nombre es Satanás y que este personaje es tan real como el mismo Dios.  
El pecado tiene una peculiaridad es camuflarse y esconderse en lo más profundo del corazón. Así que tenemos tres enemigos en realidad: la carne (el pecado), el mundo, y el diablo.

El pecado es el “quiste” del mundo, porque es traidor, malintencionado, embustero, astuto y penetra hasta lo más profundo del corazón humano, pero el mundo no lo reconoce y cada uno es engañado por su propio pecado. Es muy difícil detectarlo en uno mismo, aunque muy fácil reconocerlo en los demás. El pecado oculto no se confiesa y si no se confiesa a Dios, no será perdonado y finalmente te destruirá eternamente.  

El rey David es culpable de adulterio y asesinato. Tomó la mujer de su prójimo y mandó matar a su marido. Siendo que David tiene una relación cercana a Dios, se supondrían dos cosas: la primera es que nunca hubiera caído en semejantes pecados; y la segunda, después de haber caído se sentiría muy mal. Dios manda al profeta Natán para que reprenda a David y le haga ver su pecado, (2° Samuel 11-12). David estaba ciego debido a la naturaleza traidora del pecado.
David conoce el corazón tierno de Dios y confía que Dios lo perdonará (Salmo 51)

Cuando vamos a Dios con humildad de corazón y en actitud de sumisión, es que recibimos el perdón, queremos sobre todas las cosas estar en paz con Dios y darle gloría reconociendo su derecho a reinar sobre nosotros. (1°Juan 1:9)  “Si confesamos nuestro pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.

El que ama a Dios quiere restablecer la relación con él y lo busca desesperadamente sabiendo que solo él le puede dar la paz que necesita. 
Dios es amor y no quiere la destrucción del impío sino que el impío se arrepienta. 
Todos necesitamos arrepentirnos hasta el punto de no tener paz ni descanso hasta saber que hemos sido perdonados. No importa si hemos cometido un pecado o un millón, con uno solo ya no podemos entrar el cielo (Santiago 2:10). 

Dios nos perdona si nos arrepentimos de verdad, y a los ojos de Dios un pecador arrepentido es apto para entrar en Su reino pero uno que no quiere reconocer su pecado nunca podrá entrar.

No olvidemos: “no hay justo ni aún uno”, (Romanos 3:10).     

•.¸¸•´¯`•.¸¸. Patricia  .¸¸•´¯`•.¸¸.•


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