jueves, 23 de abril de 2015

CUIDADO…NO SEAMOS COMO SAÚL 2

En la siguiente escena encontramos a Israel enfrentando a los filisteos; había un hombre llamado Goliat que salió por cuarenta días a gritar, a insultar y desafiar al pueblo de Israel para ver si alguno se animaba a pelear contra él. Resultó que fue David al campo de batalla enviado por su padre para que les llevase comida a sus hermanos mayores que se encontraban allí. David no tenía edad para la guerra, tendría unos quince o dieciséis años, era un muchacho; cuando fue a llevarles alimentos a sus hermanos vio a Goliat que estaba gritándole al ejército de Israel, que estaba amedrentado, y también Saúl estaba amedrentado. La versión textual de la Biblia traduce específicamente no sólo que un espíritu lo atormentaba a Saúl sino que lo aterrorizaba, le infundía temores.
En la otra escena, Saúl comienza a ser atormentado por un espíritu que le infunde temor y él, como líder, atemoriza a los demás. ¡Había un ejército entero atemorizado! Todo porque el Espíritu Santo se había retirado del líder. Ahora viene David que estaba ungido por el Espíritu Santo, lo mira a Goliat y dice: “¿Qué le pasa a ese grandulón? ¿Por qué ese hombre habla así? ¿Quién se cree que es?” David tiene otro corazón, tiene otra visión. ¡Él sabe que cuenta con el respaldo de Dios!
¿Tú eres una persona que tiene temor? Temor a la muerte, a la enfermedad, temor a los accidentes, temor a que tu cónyuge te sea infiel, a que tu padre se muera, temor y temor. Eso es por la falta de la presencia de Dios. ¡Su presencia echa fuera el temor! ¡El perfecto amor de Dios echa fuera el temor! ¡No creas que vas a ser lleno del Espíritu Santo si vives lleno de temores!
Cuando el Espíritu Santo te guía, obra poderosamente en tu vida. Él guía tus ojos, tus manos y tus pies. David no había planificado ser un gran siervo de Dios, sólo obedecía a su padre con ir a ese lugar, pero era Dios quien lo estaba guiando, Él tenía el control de sus circunstancias.
Esta historia continúa, pero quiero enfocarme en otro objetivo. Entonces, cuando volvieron de la guerra, las mujeres salieron con panderos danzando y cantando: “Saúl hirió a sus miles y David a sus diez miles”. ¡Todos estaban felices menos Saúl! Cuando escuchó lo que cantaban las mujeres, se dijo: “Le han dado a él diez miles y a mí sólo miles. Este me va a quitar el reino”.
Leemos en 1ª Samuel 18:8 y 9: 8Y se enojó Saúl en gran manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino. 9Y desde aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David”.
Saúl nunca más pudo ver la bendición que era David y cómo el Espíritu Santo libraba a Israel por su mano. ¡Nunca más pudo ver bien las cosas porque el enojo le nubló el entendimiento y le endureció el corazón!
Llegamos a la conclusión de que el enojo te nubla el corazón y no te deja ver la realidad. La pura verdad es que David era una bendición y Jehová trajo gran bendición y liberación al pueblo por causa de él. Eso es lo que Saúl tenía que celebrar también y por lo que debía gozarse.
Continúa diciendo 1ª Samuel 18:10: 10Aconteció al otro día, que un espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y él desvariaba en medio de la casa. David tocaba con su mano como los otros días; y tenía Saúl la lanza en la mano”.
¡El mal espíritu lo tenía más atormentado que antes! Esto fue al día siguiente. Entonces buscaron a David que tocaba el arpa, y cuando lo hacía, el espíritu que atormentaba a Saúl se iba, se alejaba y él se calmaba. Pero, era tanta la bronca que tenía Saúl, que no le importaba que David tocara, al verlo le vinieron ganas de matarlo, así que tomó una lanza con la intención de traspasarlo. David no estaba haciendo nada malo pero Saúl no podía ver que el Espíritu de Dios usaba la música que él  tocaba para librarlo del mal espíritu.
David estaba tocando el arpa, y mira a Saúl que estaba medio loco; tocaba y miraba, en un momento ve que agarra la lanza y piensa: “¿Qué va a hacer?” y sigue tocando… Saúl era un guerrero pero a David lo guardaba el Espíritu que lo había ungido. El Espíritu de Dios estaba sobre David y señala la Biblia que él evadió dos veces la lanza de Saúl.
Le venían pensamientos a Saúl y decía: “Tengo que hacer algo para alejarlo de mí”, así que lo mandó lejos de él como jefe de mil soldados. Saúl pensaba que los filisteos terminarían matándolo pero David salía a la guerra y volvía con motín, entonces había regocijo y el pueblo lo amaba más. ¡Todo lo que hacía Saúl era cada vez peor y todo lo que hacía David cada vez era mejor! La diferencia es que a Saúl lo guiaba un mal espíritu y a David lo guiaba el Espíritu Santo con el cual él había sido ungido. ¡El Espíritu de Dios se había apoderado de David! El deseo de mi corazón es que el Espíritu de Dios se apodere de tu vida, el deseo de Dios es que el Espíritu Santo unja con poder a los cristianos.
No había cosa que hiciese Saúl que le saliera bien. Cuando David mató a Goliat debió ser yerno del rey pero no le dieron como esposa a ninguna de las hijas de Saúl. Después le dijo que le daría a su hija, pero lo mandó a la guerra creyendo que allí David moriría, mas no fue así, sino que volvió triunfante, pero no obstante eso, ¡Saúl decide no darle a su hija y se la da a otro!
Llegó a ser tanto el odio que le tenía Saúl a David, porque el pueblo lo amaba cada vez más, sus propios hijos lo amaban, e incluso los siervos decían que David era un gran hombre de Dios, y que Él había dado a Israel gran bendición por medio de David. ¡El único que no entendía lo que estaba sucediendo era Saúl porque tenía celos y estaba enojado!

            PARA TENER EN CUENTA

¿Tú tienes idea a dónde puede llevarte el enojo si se apodera de ti? Saúl nunca pudo destruir a David porque el Espíritu Santo se había apoderado de él y lo guiaba paso a paso. Había una gran diferencia, Saúl temía cada vez más pero David no tenía temor. En los Salmos podemos leer: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmo 23:4). En el Salmo 27:3 David cantaba: 3Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado”. 
¡El Espíritu de Dios se apoderó de David! El día que el Espíritu Santo se apodere de ti no habrá más temores, no más celos, no más envidias. ¡Es hermoso vivir sin temor! Hay cristianos que viven con temores y se han acostumbrado a llevar esa mochila, un sentimiento que pesa.
Estas cosas, David las tenía clara, aunque también pecó, pero cuando se dio cuenta del pecado que cometió clamó a Dios pidiéndole: “No quites de mí tu santo Espíritu. Si tú me perdonas seré libre de esta maldición”. David sabía lo que era ser guiado por el Espíritu Santo y el temor más grande que él tenía era que ya no sería así. “Contra ti, contra ti sólo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos….No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente”. (Salmo 51:4, 11 y 12) Por eso es que a Dios le agradaba el corazón de David, no es porque no haya pecado, sino porque tenía un corazón aferrado al de Dios. Era lo suficientemente sensible para decirle a Dios:

 “Dios mío, ¿a dónde iré yo sin ti? Líbrame de mi pecado, cúbreme de mi maldad y trae tu Espíritu sobre mí Señor. Que no se aleje de mi tu Santo Espíritu”.

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CUIDADO…NO SEAMOS COMO SAÚL

¿Qué es lo que le hace a una persona sentirse culpable?
El sentimiento de culpa está estrechamente relacionado con la conciencia.
¿Qué es para nosotros la conciencia?
           El Diccionario de la Real Academia Española define conciencia como el “conocimiento inmediato que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones”
          El diccionario  bíblico dice: “conocimiento íntimo de si un acto se conforma o no a las normas del bien o del mal. (1. Pedro 3:16,21
            Esto es en definitiva, lo que los niños decían al definir la conciencia con otras palabras cuando expresaban sus vivencias.
            En nuestra conciencia, está toda la información personal concerniente a lo que nosotros somos (nuestros valores éticos, culturales, científicos, familiares, biológicos, etc.), y además información acerca de nuestras actitudes y comportamientos, los cuales son promovidos por la información personal.
            Así, pues el sentimiento de culpa, aparece cuando violamos nuestro propio código interno de valores de conducta.
El enojo constituye un pecado al que no muchos le prestan atención. Es verdad que Saúl pecó por soberbia pero en algún momento manifestó otros pecados y uno de ellos fue el enojo, que lo llevó a hacer cosas increíbles.
Si un enojo queda retenido en tu corazón, el diablo puede apoderarse de tus deseos, de tus sentimientos y te llevará a hacer cosas que nunca creíste que harías en tu vida. El enojo no te dejará avanzar y hará entrar en tu corazón otros pecados.
Por supuesto que el enojo no es pecado si se te va antes que se oculte el sol, como señala la Biblia:“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26).
Dice la palabra de Dios en 1ª Samuel 16 que el sacerdote y profeta Samuel estaba orando y lamentándose porque Dios le había dicho: “Me pesa haber puesto por rey a Saúl…” Pero Dios se le presentó y le dijo: “… ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey” (1ª Samuel 16:1).
¿Puede Dios desechar a una persona? ¡Yo creo que no! Dios le da a una persona, oportunidades mientras ésta tenga vida, pero, lo que sí puede hacer es desecharla del programa que tenía para esa persona, de la antorcha que le tocaba. En este caso, la Biblia se encarga de aclarar que Dios había desechado a Saúl para que no reine, pero que quede en claro que él no desecha a nadie. Ahora, haberlo desechado de su posición de rey era muy duro para Saúl, lo que ocasionó que se enojara y sintiera celos, como veremos más adelante.
Entonces, Dios mandó a Samuel a Belén y le dijo: “Vas a buscar a Isaí porque de sus hijos me voy a proveer de un rey”. 
Y David era el hijo menor de la familia más pobre de Belén. Realicé algunas investigaciones y, pude entender qué tan pobre y pequeña era la aldea de Belén porque, en los distintos artículos señalaban que en esa ciudad no había casas, o más bien les llamaban así a las cavernas donde ellos vivían. La aldea de Belén estaba conformada por unas cuantas familias que habitaban en las cuevas. Realmente era gente pobre, no como otras ciudades con edificaciones de piedra y sus sinagogas. En Belén no había sinagoga, era un campo con cuevas donde la gente habitaba.
Lo más lindo es saber que Dios no desecha a nadie, y anda buscando donde hay una persona que sea conforme a su corazón, no importa el apellido que tenga ni el barrio donde ha nacido, tampoco importa la historia que tenga esa persona. Si hay un corazón que le agrada, ahí Dios obra con poder; si hay un corazón que le busca, a Dios le interesa. Él nunca ha estado supeditado a tu sabiduría ya que no le interesa, a Dios le importa tu corazón; nunca ha estado supeditado a tu inteligencia o a tu fuerza. Cuando Dios necesitó fortalecer a un hombre lo ungió con el Espíritu Santo como hizo con Sansón. ¡Él le da la fuerza al hombre! ¡Él le da sabiduría e inteligencia! ¡Todo lo que necesita es que le abras tu corazón! Las grandes cosas vendrán cuando tu corazón esté en las manos de Dios, si no es así, entonces tu vida no sirve para nada. Pero si tu corazón está en sus manos, quédate tranquilo que Dios tiene suficiente sabiduría, tiene planes, poder y gloria. ¡Usará tus manos, tus ojos, tus pies, todo!
Volviendo al relato…Tan poca cosa era David que cuando llegó el profeta a la casa de Isaí, pidió que le mostrara a sus hijos, y éste le presentó a todos menos a David. El primero fue el primogénito, ¡grandote, hermoso, lindo! Samuel pensó: “¡Este es!”, pero Dios le dijo: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho…” ¡Me encanta ese texto!
Entonces desfilaron delante de Samuel siete hermanos de David pero el Espíritu Santo no los consentía; al final el profeta preguntó si había algún otro hijo. ¡Ni lo pensaban presentar a David! Y su padre dijo que había uno, el más chico, que cuidaba las ovejas, entonces lo trajeron delante de Samuel, y en ese momento el Espíritu Santo le ordenó al profeta: “Levántate y úngelo porque este es el hombre que yo he escogido” ¡Puede estar perdido en el campo, puede ser de la ciudad más pequeña, su apellido no será importante, puede tener la historia más triste, pero si tiene el corazón de Dios, Él saldrá en su búsqueda y lo encontrará! Samuel ungió a David delante de sus hermanos para que sea rey. ¡Gloria a Dios! Y leemos en 1ª Samuel 16:13: 13Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá”.

En otra versión dice que el Espíritu de Jehová se apoderó de David desde aquel día en adelante. David se quedó sin profeta y sacerdote pero tenía el Espíritu Santo quien se apoderó de él. Esto significa que si hasta ese momento David había tratado de hacer las cosas bien delante de Dios, desde que fue ungido, Dios iba a guiar cada paso de David, lo llevaría a tomar las decisiones correctas porque lo quería de rey, para ello lo sacaría de ser pastorcito de ovejas para luego reinar. ¡Pero no podría ser rey si no lo guiaba el Espíritu Santo!
1ª Samuel 16:14 continúa diciendo: 14El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová”. En otra versión dice que el espíritu malo, lo aterrorizaba. Cuando el Espíritu Santo se aleja de una persona viene otro espíritu ya que nadie queda vacío; según la Biblia, si el Espíritu Santo no está llenando a la persona, ese demonio que se había ido, decide volver, entonces el postrer estado de la persona es peor que el anterior.
¡Puedes llegar a hacer cosas que nunca imaginaste si el Espíritu de Dios se aparta de ti, y efectivamente el Espíritu Santo se apartó de Saúl!
Sucedieron dos cosas: el Espíritu Santo vino sobre David y también se apartó de Saúl. Eso marcó una gran diferencia.
La Biblia señala que ese espíritu que atormentaba a Saúl vino de parte de Jehová lo que significa que fue autorizado por Dios.
¿La ausencia de sentimiento de culpa por nuestras actitudes, lo que hacemos o pensamos, significa que estamos limpios a los ojos de Dios, que nuestro comportamiento es de acuerdo a su voluntad? ¡¡NO!! No siempre que no tenemos sentimiento de culpabilidad por nuestros actos, significa que estamos en paz con Dios.
Esto nos puede indicar que la “voz de la conciencia” puede no estar desarrollada en algunas personas o que puede ser minimizada e ignorada hasta el punto de no interferir de forma relevante en nuestros sentimientos.
Uno de los silenciadores de la “voz de la conciencia” en esto del sentimiento de culpa que mayor efecto tiene es  la opinión social. “Si todo el mundo lo hace –se razona- no puede ser malo o pecaminoso.


    •.¸¸•´¯`•.¸¸. Patricia  .¸¸•´¯`•.¸¸.•









miércoles, 15 de abril de 2015

CULPA: SÓLO LA CONFESIÓN A DIOS, NOS HACE LIBRES

"Por lo tanto, ya no hay condenación para los que pertenecen a Cristo Jesús..." Ro. 8:1

Clasificaremos algunas "culpas" para su mayor comprensión:

1. Culpas Reales
La culpa real es producida por el pecado. Donde hay pecado, hay culpa. Siempre es así. ¿Por qué? Porque todo pecado, cualquiera que sea, es rebeldía contra Dios. Es hacer lo que nos parece mejor sin importarnos su voluntad. Como el pecado es algo real, la culpa que sentimos cuando pecamos también es real. Transgredimos su ley, pecamos contra su santidad, y lo sabemos.
A. ¿Cómo se soluciona?
Confesando y renunciando.
Solamente la confesión de nuestro pecado a Dios nos hace libres de esta culpa.

2. Las Culpas Falsas o Mentirosas.
A ésta segunda clase de culpas podemos agruparlas en:
A. Culpas posteriores a la confesión de pecados.
Las llamamos culpas falsas o mentirosas porque nos sentimos culpables sin haber pecado, o después de haberle confesado los pecados a Dios, todavía sentimos que nuestra conciencia nos acusa.
¿Y qué hacemos generalmente?. Confesamos obsesivamente el pecado una y otra vez hasta que logramos quedarnos tranquilos. Pero con la primera confesión sincera Dios no oyó y nos perdonó totalmente. Es un asunto de fe y no emociones.
B. Culpas sin relación con el pecado generadas por terceros o auto-provocadas.
Por ejemplo:
.Sentir que Dios nunca nos perdonará.
.Sentir que Dios nunca olvidará los errores del pasado.
.Alguien muere o nos abandona y sentir que no lo tratamos como deberíamos haberlo hecho.
.Cuando sin razón ni motivos nos acusan por la muerte o la desgracia de
alguien. O sin que nos acusen nos sentimos responsable.
.Cuando corregimos el error de alguien o lo aconsejamos pero no lo aceptó, se enojó y se fue de la iglesia.
.Hacernos recordar cosas del pasado que hicimos mal o que no hicimos.
.Hacernos recordar pecados que ya fueron perdonados por Jesús.
.Culparnos a nosotros mismos por las decisiones de nuestros hijos adultos, de nuestra pareja o de nuestros padres.
En ambos casos son ideas y sentimientos mentirosos que provienen de Satanás para dominarnos y hacernos sentir mal y derrotados, atacando directamente nuestras mentes o valiéndose de terceros.
C. ¿Cómo se soluciona?.
Enfrentando la mentira con la verdad de Dios (Efesios 4:27, Juan 8:32 y Santiago 4:7).
Si no pecaste la culpa que sientes es una mentira.

...porque el enojo da lugar al diablo. Ef. 4:27

... y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. Jn. 8:32

Así que humíllense delante de Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. Stg. 4:7

. Creerle a Dios. Toda mentira de Satanás es vencida con la verdad de Dios.
Si Dios dice en su Palabra que te perdona, te limpia, quita tu pecado y tu culpa y nunca más se acuerda de ellos, ni de tu pasado ¡créele, porque es verdad!
. Adorar a Dios. Porque Él nos perdonó. Mediante la oración rechazamos las mentiras del diablo diciéndole con firmeza lo que la Palabra de Dios nos dice.

Cuando Satanás te recuerde las cosas feas de tu pasado, tú recuérdale su futuro: él esta derrotado, aplastado y condenado. Y le espera un infierno ardiente.

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martes, 14 de abril de 2015

CULPA...UN SENTIMIENTO QUE PESA

Como cristianos, nos regocijamos de que nuestra salvación está segura en Cristo y sabemos que nuestros pecados están por siempre lavados con su sangre. Nos maravillamos de su infinita misericordia pues nos perdonó aun cuando no lo merecíamos. Sin embargo, a menudo sucede que no nos perdonamos a nosotros mismos.

Por supuesto que sabemos que “cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Salmo 103:12). No obstante continuamente llevamos la pesada carga de la culpa – y es innecesario.

Creemos estar obligados a llevar esta pesada carga, cuando en realidad ése nunca fue el propósito de Dios. Debemos aprender a liberarnos de nuestra culpa.
A veces el peso de la culpa es simplemente falsa condenación. 
Paul Tournier, un respetado psicólogo suizo, ha dicho: “La falsa culpa viene como resultado de ideas y criterios humanos.” La gente a veces quiere controlarnos o manipularnos creando reglas y normas que la Biblia nunca menciona. Debemos identificar esas falsas culpas con sumo cuidado y oración, y luego debemos librarnos de ellas.
En otras ocasiones llevamos pesadas cargas de culpa porque no hacemos con ella lo que corresponde. Hay al menos tres respuestas inadecuadas para con la verdadera culpa:
En primer lugar, podemos reprimirla. Tratamos de cubrirla y de negar su existencia. Ponemos la mira en nuestras faltas insignificantes en lugar de reconocer nuestra culpa real. Como resultado, perdemos la paz y a veces hasta sufrimos físicamente.
En segundo lugar, podemos lamentar nuestro error. Pero el solo hecho de decir “lo siento” no reconoce la seriedad de nuestro pecado y la consiguiente responsabilidad.
En tercer lugar, podemos sentir remordimiento por el pecado. “Nunca volveré a hacerlo”, prometemos. El mismo Judas sintió remordimiento después de haber traicionado a Cristo (Mateo 27:3-4). Sin embargo, le faltó un paso para llegar a lo que la Biblia llama arrepentimiento.
El arrepentimiento es la manera bíblica y correcta de responder al pecado. En el momento que entregamos nuestra vida a Cristo, nuestros pecados–pasados, presentes y futuros–fueron perdonados. La justicia de Dios fue satisfecha. Pero ahora como hijos de Dios debemos mantener comunión con El. Para lograrlo, debemos confesar nuestras faltas al Padre Celestial cuando nos damos cuenta de que hemos pecado.

Una vez que nos libramos de la falsa culpa y hacemos lo que debemos hacer con nuestros pecados, somos libres de la carga de la culpa. Isaías 55:6-7 nos da esta seguridad: “Busquen al Señor mientras puedan hallarlo. Invoquen su nombre ahora mientras está cercano. Dejen los hombres sus maldades; expulsen de su mente toda idea de mal. Vuélvanse al Señor para que se apiade de ellos; a nuestro Dios, pues El dará abundante perdón” 
Líbrate de su tus cargas y vuélvete a Dios ahora mismo. El está esperando.

•.¸¸•´¯`•.¸¸. Patricia  .¸¸•´¯`•.¸¸.•