martes, 23 de septiembre de 2014

LLEVANDO UN “MODELO” CON RESPONSABILIDAD



¿Qué hace a un niño caprichoso?


Todo el ambiente en el que vive el niño influye y determina su comportamiento, pero no debemos olvidar, que “los padres somos modelos y nuestra forma de actuar será lo primero que adopten. Somos su primer ejemplo y un referente seguro para ellos. Aunque también la publicidad, la televisión y los valores sociales predominantes influyen sobremanera en nuestros hijos, inundándolos con mensajes atrayentes, ejerciendo sobre ellos gran presión social ya desde temprana edad y provocando la sensación de que esos modelos egoístas, caprichosos y materialistas que suelen ver en los programas de televisión son la referencia más eficaz para conseguir las cosas”.
Saber decir no
Ceder ante las exigencias de los niños puede ser muy tentador. Superados por el cansancio, los sentimientos de culpa o con la paciencia totalmente agotada podemos satisfacer los caprichos de los niños escudándonos en la creencia del “ya tendrá tiempo para aprender”, pero quizás cuando llegue ese “tiempo” ya sea tarde. El remedio está en la prevención. Desde que nacen, los niños están en un continuo proceso de aprendizaje, por lo tanto es conveniente ser consciente de educar desde el principio, dando ejemplo coherente, constante y preciso. Cediendo con frecuencia sólo le enseñarás cómo ser perseverante. Aprende a decir no y no te sientas culpable por ello. Es necesario enseñarles que no todo se puede conseguir simplemente con pedirlo y mucho menos haciéndolo de formas inadecuadas (lloros, rabietas, etc.), ya que bajaría el límite de su nivel de tolerancia al mínimo y su capacidad de frustración, lo que acabaría redundando en el futuro inmediato del niño y a más largo plazo.

COMO ACTUAR

Es importante no premiar ciertos comportamientos inadecuados en forma de risas o de gracia. A veces son realmente graciosos con sus actos, pero si son inadecuados, no debe recibir una recompensa agradable por ello.
- Cuando realice una conducta inapropiada lo mejor es ignorarla. Si manifiesta rabietas o pataletas se vuelve aún más aconsejable esta norma, que puede complementarse con algunas técnicas como el “Tiempo fuera” (consistente en llevar al niño a un habitación donde no pueda jugar ni divertirse durante un tiempo razonable, que coincide con la finalización de la conducta problemática) o el proponerle alguna actividad incompatible con la que está realizando y que ha promovido la rabieta. 
- Pon límites claros y precisos estableciendo normas básicas y manteniendo tu palabra. Un ejemplo: antes de salir a comprar con él dile que sólo vas  a comprar lo que está planeado en la lista y no cedas cuando lloriquee. Si lo haces sabrá cuál es su mejor arma para conseguir sus deseos. Reconoce su frustración diciéndole que sabes que está triste, pero mantente firme en la negativa a su capricho. Ellos tienen mucha paciencia.  
-La unión hace la fuerza. Ambos progenitores deben estar de acuerdo tanto en la forma como en el modo de actuar para evitar que el niño se refugie en uno u otro logrando así “salirse con la suya”.
-Fíjate cuando se está comportando bien y en ese momento préstale atención y hazle saber mediante cariños, halagos o frases que le satisfagan.
- Incúlcale el placer de compartir.
 - Explícale la diferencia entre querer y necesitar.

- No le sobornes para que se porte bien. Si le dices “si te portas bien te compro un helado” sólo conseguirás que se habitúe a los regalos y se vuelva insensible a ellos. A partir de entonces los sobornos tendrán que ser cada vez mayores.

Saber decir no a nuestro hijo no es siempre fácil. Sin embargo, hay que aprender a permanecer firme. Cuando nuestros "no" son verdaderamente firmes, éstos crean una buena base en el crecimiento de nuestros niños. Y debemos ser firmes, pues muchas veces la tentación de ceder o de no imponerles límites a nuestros hijos es demasiado fuerte. Y es que en ocasiones la idea de frustrarlos nos trastorna: no queremos jugar el papel de malos con ellos, preferimos evitar un conflicto, etc. Pero la frustración es necesaria. Tenemos, por tanto, que asumir los desacuerdos que seguro existirán con nuestros hijos. Nos atreveríamos a decir, incluso, que estos desacuerdos son hasta necesarios. Es instructivo para el niño enfrentarse a la oposición de sus padres y afrontar su contestación. Y el adulto debe aguantar, siempre respetando la posición del niño que es legítima, por supuesto. "¿Te gustarías mucho? Lo comprendo, pero no puede ser." Los niños necesitan "golpearse" con los límites de la realidad para crecer. Estos límites, son particularmente nuestros "no" que los imponen. El niño necesita que el "no" sea no. Debemos ser capaces de encontrar un equilibrio justo entre demasiadas prohibiciones y demasiada libertad. Pero en el momento que se dice "no", debe ser "no". El niño pondrá a prueba ese "no".
 Ayudaremos también al niño precisando nuestro "no": "corres peligro de cortarte", "no tengo tiempo", "no quiero",... Estas precisiones serán lo más concretas posibles con un niño que todavía no tiene la edad de juicio. Pero podrán hacerse explicaciones más extensas con niños de más de siete años. Y también abrirán eventualmente debates con los jóvenes adolescentes.

En resumen, decir que no a un niño debe hacerse tal y como le dices “sí”, esto es, con cariño, sin alterarte ni dejarte arrastrar por sus posibles reacciones, diferentes ante un “sí” que ante un “no”. Manteniéndote firme en la decisión tomada te facilitará pensar antes la respuesta que vas a darle a su petición. Una vez decidida sostenla hasta el final; procura que el “no” sea consecuente con la petición y que no obedezca a tu estado anímico sino a la situación concreta: no le contestes “no” porque estés enfadado, cansado o por situaciones o comportamientos anteriores.
Pero ustedes parecen haberse olvidado ya del consejo que Dios les da a sus hijos en la Biblia: «Querido jovencito, no tomes las instrucciones de Dios como algo sin importancia. Ni te pongas triste cuando él te reprenda. »Porque Dios corrige y castiga a todo aquel que ama y que considera su hijo.» Si ahora ustedes están sufriendo, es porque Dios los ama y los corrige, como si fueran sus hijos. Porque no hay un padre que no corrija a su hijo. Si Dios no los corrige, como lo hace con todos sus hijos, entonces ustedes no son en verdad sus hijos (Hebreos 12: 5-8)
Disciplinar es dirigir la voluntad del niño y es una combinación de enseñar, capacitar y corregir.

El hijo sabio alegra a sus padres: Prov. 10:1;15:20;23:15 y 27:11.
El hijo necio les causa dolor: Prov. 10:1;17:25 y 19:13.
Para continuar leyendo: Prov. 13:24; 19:18; 22:15; 23:13-14; 29:15 y 17.

Tratemos de que siempre tenga bien claras cuáles serán las consecuencias positivas y negativas de su obediencia o de su desobediencia.

                                           •.¸¸•´¯`•.¸¸. Patricia  .¸¸•´¯`•.¸¸.•













<a href="http://www.safecreative.org/work/1409292216912-llevando-un-modelo-con-responsabilidad" target="_blank">
<span>LLEVANDO UN MODELO CON RESPONSABILIDAD</span> -
<span>(c)</span> -
<span>PATRICIA ULARIAGA</span>
</a>

No hay comentarios:

Publicar un comentario