Rodeada de cosas cómodas y placenteras, me
siento en casa y en calma. Mientras que éstas son meramente comodidades
materiales, existe un consuelo eterno que va más allá del mundo físico.
Jesús
declaró: “Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con
vosotros para siempre”. Este Consolador —el Espíritu Santo— está conmigo
siempre. El Espíritu Santo consuela mi alma, serena mi mente y calma mis
emociones. Cuando centro mis pensamientos en Dios y me cobijo con una
conciencia de Su presencia amorosa, siento consuelo. Llena del Espíritu Santo,
me siento en casa. Disfruto del aplomo que proviene de saberme en la presencia
de Dios.
Pero
el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os
enseñará todas las cosas. —Juan 14:26
Hay momentos en
la vida que todo parece derrumbarse, los problemas al igual que una tempestad
se agolpan uno tras otro tratando de destruirnos física y espiritualmente. No
encontramos salida ni solución por ningún sitio. En medio de la situación no
acudimos a Dios con prontitud, tal parece que lo dejamos que duerma. Confiamos
en nuestras fuerzas para buscar solución, cuando tenemos a Dios de nuestro
lado. Con sólo reconocer nuestra condición ante Dios y pedirle su ayuda, él
escuchará nuestra oración.
Se viven días muy difíciles, momentos terribles que trastocan nuestros sentimientos, sin embargo, hoy Dios le dice a nuestra tempestad ¡Cálmate! ¡Silencio! Dios te dice hoy: ¡Estoy aquí para consolarte, apoyarte y darte la victoria! ¡Descansa en mí!
No hay que tener miedo ni espíritu de cobardía en 2 Timoteo 1:7 dice: Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía y miedo sino de poder y autocontrol. Que palabra tan poderosa, no hay que temerle a la tempestad, tenemos la confianza que nuestro Padre tiene el control de todo y está pendiente siempre de nosotros. No existe tempestad, problema, circunstancia o situación que Dios no pueda calmar. Con sólo dos palabras llena del poder del Padre Dios Jesús calmó la tempestad; ¡Silencio! ¡Cálmate! Su autoridad y confianza en el Padre obraron para que todo estuviera en calma y paz. Hoy nuevamente, el Dios que traspasa los tiempos le habla a nuestra tempestad con la misma autoridad y el mismo poder ¡Silencio! ¡Cálmate! Descansemos en Dios que en su momento nuestra tempestad va a ser calmada para siempre. No tengamos miedo, declaremos victoria en medio de toda circunstancia, pues Dios está a nuestro lado siempre.
Nuestro Rey y Señor a través de Su palabra nos da la seguridad de que siempre está a nuestro lado, que no hay circunstancia que Él no pueda vencer.
Se viven días muy difíciles, momentos terribles que trastocan nuestros sentimientos, sin embargo, hoy Dios le dice a nuestra tempestad ¡Cálmate! ¡Silencio! Dios te dice hoy: ¡Estoy aquí para consolarte, apoyarte y darte la victoria! ¡Descansa en mí!
No hay que tener miedo ni espíritu de cobardía en 2 Timoteo 1:7 dice: Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía y miedo sino de poder y autocontrol. Que palabra tan poderosa, no hay que temerle a la tempestad, tenemos la confianza que nuestro Padre tiene el control de todo y está pendiente siempre de nosotros. No existe tempestad, problema, circunstancia o situación que Dios no pueda calmar. Con sólo dos palabras llena del poder del Padre Dios Jesús calmó la tempestad; ¡Silencio! ¡Cálmate! Su autoridad y confianza en el Padre obraron para que todo estuviera en calma y paz. Hoy nuevamente, el Dios que traspasa los tiempos le habla a nuestra tempestad con la misma autoridad y el mismo poder ¡Silencio! ¡Cálmate! Descansemos en Dios que en su momento nuestra tempestad va a ser calmada para siempre. No tengamos miedo, declaremos victoria en medio de toda circunstancia, pues Dios está a nuestro lado siempre.
Nuestro Rey y Señor a través de Su palabra nos da la seguridad de que siempre está a nuestro lado, que no hay circunstancia que Él no pueda vencer.
En el Salmo 46:1-3 nos dice: 1 Dios es nuestro amparo y
fortaleza. Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. 2 Por tanto, no
temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón
del mar; 3 Aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa
de su braveza.
¡Dios siempre, siempre, siempre nos cuida! Recordemos ¡Dios calma
la tempestad!
•.¸¸•´¯`•.¸¸.ஐ Patricia ஐ.¸¸•´¯`•.¸¸.•
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