viernes, 6 de febrero de 2015

JONÁS, ANSIOSO POR EVADIR LA ORDEN DE DIOS

"¿Por qué se negó Jonás originalmente a ir a Nínive?¿Por qué se negó Jonás a ir?”

Jonás un personaje  que se menciona en otros lugares de las Escrituras. El libro de 2° de Reyes se refiere a él como un profeta histórico, un profeta que realizaba su ministerio en Israel en los días de Jeroboam. El mismo Señor Jesucristo se refiere a él diciendo:
 "Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. (Mt. 12:40) Con esta afirmación no puede haber duda de que el libro de Jonás es históricamente exacto.

El verdadero mensaje de este relato se encuentra en los dos últimos capítulos de este breve libro. Tenemos a Jonás, después del encuentro que tuvo con el gran pez, yendo a Nínive, tal y como Dios le había ordenado hacerlo originalmente y proclamando 
el mensaje que Dios le había enviado a proclamar. Cuando nos preguntamos: "¿Por qué se negó Jonás originalmente a ir a Nínive? se acerca al mensaje central de este libro. 
¿Por qué se negó Jonás a ir?” Ya sabe cómo empieza la historia:

"La palabra de Jehová vino a Jonás, hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Ninivé, la gran ciudad, y predica contra ella; porque su maldad ha subido a mi presencia. 
Entonces Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis..." (1:1-3).

Cuando intentamos huir de Dios, nos sorprendemos con cuánta frecuencia se nos presenta un barco ahí mismo, preparado. Jonás pagó su billete para ir a Tarsis.
¡Si iba a ser desobediente, por lo menos quería hacerlo de una manera honesta!

"Descendió a Jope y halló un barco que iba a Tarsis; y pagando su pasaje, entró en él para irse con ellos a Tarsis, huyendo de la presencia de Jehová." (1:3)

Entonces se levantó una enorme tempestad y los marineros le echaron al mar y se lo tragó un pez de gran tamaño.

El segundo capítulo es la oración que le hace a Dios para que le saque del vientre del pez. Al pez le dio un terrible dolor de estómago y lo vomitó en tierra y en el capítulo 3, versículos 1 y 2, se nos dice:

"La palabra de Jehová vino por segunda vez a Jonás diciendo: Levántate y ve a Nínive, la gran ciudad, y proclámale el mensaje que yo te daré."

Aquí se detecta un tono de severidad en la orden que recibió de Dios.

Dios no ha cambiado para nada de opinión, sino que ha hecho que el profeta cambie su manera de pensar, pero no ha cedido con respecto a lo que quiere que diga Jonás en Nínive.

¿Qué fue lo que hizo que Jonás se mostrase tan ansioso por evadir esta orden?
 ¿Por qué no quiso ir a Nínive? ¿Por qué huyó de Dios?

La respuesta es que Jonás conocía demasiado bien a Dios y ese fue el motivo por el que no fue a Nínive. ¿Te parece eso extraño? Pues veamos lo que dice al principio del capítulo 4:

"Pero esto (el arrepentimiento de Nínive) desagradó grandemente a Jonás y lo enojó. Y oró a Jehová diciendo: Oh Jehová, ¿no es esto lo que decía yo estando aún en mi tierra? ¡Por eso me adelanté a huir a Tarsis! Porque sabía que tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en misericordia y que desistes de hacer el mal."

Jonás, quería ver a aquella ciudad destruida porque era el gran enemigo de su pueblo. Posiblemente Jonás hubiera sido testigo de que estos crueles, y sangrientos ninivitas habían atacado y saqueado en varias ocasiones a su tierra. Hasta es posible que hubiese sufrido la pérdida de algunos seres amados a manos de aquel pueblo despiadado. 
Era un pueblo brutal, impío y pecador y Jonás los odiaba. Lo que más deseaba en el mundo era ver a Nínive destruida, pero a pesar de eso cuando Dios le mandó a anunciar su destrucción a Nínive, dijo: "Te conozco demasiado bien, Oh Dios. 
Si alguien por arrepentirse te da la más mínima oportunidad de ser misericordioso, cambiarás de opinión y no llevarás a cabo tu sentencia sobre ellos por lo que huyó a Tarsis.

De vez en cuando, aquellos que no creen en la Biblia, dicen que el Dios del Antiguo Testamento era un Dios vengativo, el Dios de los negros nubarrones, de los relámpagos y de los truenos y que siempre estaba matando gente. ¿Encuentra usted eso aquí? 
Esa no es precisamente la clase de Dios al que conocía Jonás porque dice: 
"Porque sabía que tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en misericordia y que desistes de hacer el mal. Así que ese es el motivo por el que se fue a Tarsis e incluso después de su viaje en un submarino vivo se mostró reacio a ir. 
No tenía demasiadas ganas de transmitir el mensaje, pero se acordó del vientre del pez y fue. Llegó a Nínive, conforme a la palabra del Señor.

"...Nínive era una ciudad grande, de tres días de camino. (3:3) La ciudad era tan grande que harían falta tres días para cruzarla. Se consideraba que un día de viaje era equivalente a unos dieciocho kilómetros, de modo que un viaje de tres días de duración serían unos cincuenta y cuatro kilómetros. Esa es una ciudad considerablemente grande. De hecho era un grupo de ciudades, agrupadas alrededor de las orillas del Río Tigris y era la capital del Imperio Sirio (el Imperio Asirio). Y Jonás fue con el propósito de declarar el mensaje que Dios le había transmitido. Comenzó su viaje un día caminando por la ciudad y proclamando a gran voz:

"¡De aquí a cuarenta días Ninivé será destruida! (3:4)


"Dentro de cuarenta días la ciudad quedará en ruinas, cuarenta días más y Dios destruirá esta ciudad."

Normalmente no se le haría caso en la actualidad y no le hicieron caso en aquellos días tampoco, otros profetas habían sido enviados, pero sin que le prestasen atención, pero en este relato sucede algo asombroso:

"Pero los hombres de Nínive creyeron a Dios, proclamaron ayuno y se cubrieron de cilicio, desde el mayor hasta el menor. (3:5) "El asunto llegó hasta el rey de Nínive,


...quien se levantó de su trono, y se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar en Nínive por mandato del rey y de sus grandes: ¡Qué hombres y animales, bueyes y ovejas, no coman cosa alguna! ¡No se les dé alimento, ni beban agua! Cúbranse de cilio tanto hombres como animales (hasta los animales se vieron involucrados). Invoquen a Dios con todas sus fuerzas, y arrepiéntase cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos." (3:6-8)

Y lo hicieron:

"Dios vio lo que hicieron [no solo lo que dijeron], que se volvieron de su mal camino, y desistió del mal que había determinado hacerles, y no lo hizo." (3:10)

La ciudad se salvó. ¿Por qué prestaron atención al mensaje de Jonás? En el Evangelio de Lucas, en el capítulo 11, nuestro Señor se refiere a este relato: "Porque como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, así también lo será el Hijo del Hombre para esta generación. (Luc. 11:30) Dijo: "Jonás, el hombre, el profeta, fue él mismo una señal para la ciudad de Nínive, y de la misma manera yo, el Señor Jesucristo, seré una señal para toda esta generación. Se refería a Israel, pero quería decir toda la raza humana por encima de esta, y de la misma manera que Jonás fue una señal para la ciudad de Nínive, el Hijo del Hombre lo sería para esta generación.

Como es lógico, el mensaje de este libro no es tanto lo que le sucedió a Jonás, sino los resultados en Nínive cuando Jonás se levantó y fue a predicar. Jonás era evidencia viva, prueba documentada en su propio ser, de que Dios hablaba en serio y estaba dispuesto a hacerlo. Por eso, la ciudad se arrepintió hasta el último hombre y se detuvo el juicio de Dios.

Dios sabía que esto sucedería de este modo, pero siempre que se cree al mensaje de Dios da la impresión de que "cambia de manera de pensar”. De hecho, sabemos que lo único que pasa es que lleva a cabo sus propósitos. La ciudad se salvó, al arrepentirse gracias a la predicación de Jonás.

En el último capítulo, tenemos el encuentro entre Jonás y Dios. De modo que leemos que Jonás se enfureció con Dios y le dijo el motivo por el que había huido. Le dijo a Dios: "sabía la clase de Dios eres y has hecho exactamente lo que yo esperaba. 
Cuando la ciudad se arrepintió, cambiaste de opinión le dice, "y por eso estoy furioso. Y Dios le pregunta: "¿haces bien en enfurecerte? (4:4)

Jonás ni siquiera le contestó, se sentó al borde de una roca sobre la ciudad y espero a ver lo que haría Dios a continuación. El primer día,

"...entonces Dios dispuso que creciera una planta..." (4:6)

Resulta interesante las palabras que elige aquí, Dios dispuso una planta, fue por orden suya y la planta creció y le cubrió la cabeza a Jonás, evidencia de la provisión misericordiosa de Dios, pero al segundo día Dios también dispuso un gusano.

"Dios dispuso...un gusano que atacó a la planta de ricino y ésta se secó." (4:7)

Fíjese bien en los detalles cuidadosamente diseñados. Y entonces salió el sol, por disposición de Dios o preparado por él, y se levantó un sofocante viento oriental procedente del desierto que le dio de lleno a Jonás, de manera que el pobre hombre estaba sudando y sufriendo el calor sofocante hasta que se desmayó y quería morirse.

"Entonces Dios dijo a Jonás: --¿Te parece bien enojarte por lo de la planta de ricino?
 -¡Me parece bien enojarme, hasta la muerte! "(4:9)

¿Sabes una cosa? Es fácil apuntar con el dedo a Jonás, pero ¿No le hemos dicho nosotros alguna vez: "Quiero lo que quiero, y me tiene sin cuidado lo que hagas. Claro que estoy furioso, no me gusta cómo haces las cosas. Llévame de aquí, llévame al cielo.
Pero fíjense en lo que le dijo Dios:

"Y Jehová le dijo: --Tú te preocupas por la planta de ricino, por la cual no trabajaste ni la hiciste crecer, que en una noche llegó a existir y en una noche pereció. (Le tienes lástima a una planta y te tienes lástima a ti mismo) ¿Y no he de preocuparme yo por Nínive, aquella gran ciudad, donde hay más de 120.000 personas que no distinguen su mano derecha de su mano izquierda y muchos animales?" (4:10, 11)

Lo que le dijo fue: "puedes sentir lástima de una planta, pero no tienes lástima de una gran ciudad llena de niños y de personas que no conocen el camino, que no conocen a su Dios.

Dios amaba a aquellos ninivitas, a pesar de que Jonás les odiase y en ocasiones pienso que hay mucho de Jonás en nosotros. Pero Dios ama a todas aquellas personas a las que nosotros llamamos durante un tiempo nuestros enemigos, Dios les ama, de la misma manera que amaba a los enemigos de Israel y les perdonaba cuando se arrepentían.

Tenemos a nuestro alrededor a personas que no son salvas, a los "impíos como les llamamos, a los sin ley y a los desobedientes”. Les eliminamos de nuestra vida diciendo: "¡son repugnantes, me dan asco, se merecen la condenación!” Cantamos acerca de la tierna gracia de Dios, de su misericordia y de su compasión, pero evitamos hablar con estas personas.

El Señor dijo: "Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. 
(Mt. 12:40) ¿No es ese el mensaje fundamental de nuestra proclamación, que hay un Dios que puede producir vida de entre la muerte, que puede resucitar a aquellos que han sido tragados por un gran pez, perdidos, sin esperanza, pero redimidos? 
Y los testigos de esta proclamación son las vidas resucitadas de aquellos que, como 
Jonás, declaran ese mensaje en nuestros días.


Muchas veces nos parecemos a este testarudo profeta, empeñados en nuestros propios fines, nuestra propia comodidad, sin preocuparnos por los que nos rodean, cuyos corazones claman a Dios y tocan su corazón y lo llenan de tierna compasión. 
Señor, concede que sintamos lo mismo que tú sientes, para que sintamos compasión de aquellas personas que no conocen la diferencia entre su mano derecha y su mano izquierda y te pedimos, Señor, que nuestros corazones sean un reflejo del tuyo, para que les mostremos tu amor y tu compasión al declararles el mensaje de la verdad.


    •.¸¸•´¯`•.¸¸. Patricia  .¸¸•´¯`•.¸¸.•




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