Angustia y ansiedad, en niveles muy elevados, constituyen el motivo más frecuente de consulta psicológica de las parejas con problemas de infertilidad. Cuando esta angustia no se puede manifestar a través de la palabra, aparecen síntomas psicosomáticos, como las jaquecas a repetición, cansancio, problemas de concentración, falta de apetito sexual o gastroenteritis, entre muchos otros.
Incluso pueden
aparecer síntomas más graves que indican el principio de una crisis depresiva.
Sucede que los
pensamientos de las personas que se embarcan en la búsqueda de un hijo a través
de la técnica de fertilización asistida giran casi con exclusividad alrededor
de esta meta, dejando a oscuras otros aspectos de la vida.
Muchas veces quedan
ancladas en ese dolor, con su capacidad de generar cosas paralizada. La dificultad
para engendrar un hijo se transforma en una sensación de infertilidad para la
vida en general.
Llegado ese punto, es
bueno recordar y recuperar los aspectos de sus vidas abandonados o postergados
en función del proyecto de tener un hijo.
La Biblia ilustra el problema de la infertilidad
temporal en varias historias:
Sarai (Génesis 11:30) posteriormente llamada Sara. Dios prometió a Abraham y a Sara una descendencia, pero ella no dio a luz a su hijo Isaac, hasta los 90 años de edad.
Rebeca (Génesis 25:21). Isaac, su esposo, oró fervientemente, y Jehová respondió; tiempo después nació su hijo Jacob.
Raquel (Génesis 30:1, 22-24). Ella oró y al fin Dios “abrió su matriz” y dio a luz a un hijo, José.
La esposa de Manoa (Jueces 13:2) quien dio a luz a Sansón.
Elizabét (Lucas 1:7,36). En su vejez dio a luz a Juan el Bautista, quien anunció la llegada de Cristo.
La esterilidad de Sarai, Rebeca y Raquel (las madres de la nación israelita) es significativa en que finalmente, su capacidad para concebir hijos fue una señal de la gracia y el favor de Dios hacia Su elegido. Sin embargo, las parejas infértiles no deben asumir que Dios está retrayendo Su gracia y favor, tampoco deben asumir que de alguna manera están siendo castigados.
Sarai (Génesis 11:30) posteriormente llamada Sara. Dios prometió a Abraham y a Sara una descendencia, pero ella no dio a luz a su hijo Isaac, hasta los 90 años de edad.
Rebeca (Génesis 25:21). Isaac, su esposo, oró fervientemente, y Jehová respondió; tiempo después nació su hijo Jacob.
Raquel (Génesis 30:1, 22-24). Ella oró y al fin Dios “abrió su matriz” y dio a luz a un hijo, José.
La esposa de Manoa (Jueces 13:2) quien dio a luz a Sansón.
Elizabét (Lucas 1:7,36). En su vejez dio a luz a Juan el Bautista, quien anunció la llegada de Cristo.
La esterilidad de Sarai, Rebeca y Raquel (las madres de la nación israelita) es significativa en que finalmente, su capacidad para concebir hijos fue una señal de la gracia y el favor de Dios hacia Su elegido. Sin embargo, las parejas infértiles no deben asumir que Dios está retrayendo Su gracia y favor, tampoco deben asumir que de alguna manera están siendo castigados.
Las parejas cristianas deben apegarse a la seguridad de
que sus pecados son perdonados en Cristo y que Dios nunca los castigará por sus
delitos, especialmente negándoles los hijos.
Así que ¿cómo debe enfrentar la infertilidad una pareja cristiana? Es bueno buscar consejo de ginecólogos y otros especialistas en fertilidad. Tanto el hombre como la mujer deben tener un sano estilo de vida para prepararse para el embarazo. Al leer acerca de las madres de la nación de Israel, vemos que ellas oraron fervientemente por concebir, así que ciertamente no está por demás seguir orando por un hijo. Sin embargo, primeramente debemos orar por la voluntad de Dios en nuestras vidas. Si Su voluntad es que tengamos un hijo natural, lo tendremos.
Así que ¿cómo debe enfrentar la infertilidad una pareja cristiana? Es bueno buscar consejo de ginecólogos y otros especialistas en fertilidad. Tanto el hombre como la mujer deben tener un sano estilo de vida para prepararse para el embarazo. Al leer acerca de las madres de la nación de Israel, vemos que ellas oraron fervientemente por concebir, así que ciertamente no está por demás seguir orando por un hijo. Sin embargo, primeramente debemos orar por la voluntad de Dios en nuestras vidas. Si Su voluntad es que tengamos un hijo natural, lo tendremos.
“Pero no sea como
yo quiero, sino como tú" Mateo 26:39
La
infertilidad es una dura prueba, en donde se ejercita la fe y el sometimiento a
la voluntad del Dios amoroso. ¿La solución? Orar fervientemente como lo
hicieron otras mujeres de fe: Sara, Rebeca, Raquel, Ana, la madre de Sansón,
Isabel, que pasaron por la misma aflicción, para recibir la Gracia de Dios y así
poder aceptar Su voluntad, ya sea en la maternidad, en la adopción, en la
crianza de hijos espirituales o en un ministerio de evangelización y de ayuda a
los necesitados, a niños abusados, huérfanos o, quizá a mujeres que no conocen
del evangelio y luchan en medio de su angustia por sentirse frustradas como madres.
Cuando depositamos
nuestra fe en Cristo y confiamos completamente en Su Gracia, para saber que Él
todo lo aprovecha para bendecirnos y santificarnos, cuando nos despojamos de
nuestros anhelos y recibimos el amor Soberano de Dios confiando que aun en la
esterilidad nuestro Padre Celestial está trabajando en nuestra vida para
llenarnos de la suficiencia de Cristo, nos llenaremos de gozo y esperanza.
Sabemos que Dios tiene un plan divino para cada uno de
Sus amados, y es el autor de la vida. Él permite y retiene la concepción.
Dios
es soberano y posee toda la sabiduría y el conocimiento (Romanos 11:33-36). “Toda buena dádiva y todo don perfecto
desciende de lo alto...” (Santiago 1:17).
El conocer y aceptar estas verdades, llegará hasta el
dolor de los corazones de las parejas infértiles.
•.¸¸•´¯`•.¸¸.ஐ Patricia ஐ.¸¸•´¯`•.¸¸.•
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